Primeros días de año nuevo. ¡Hola 2020! El cambio de década ha estado lleno de felicidad, amor y todo el relax que se ha podido. He disfrutado de estas fechas de una forma diferente y privilegiada, disfrutando con mis chicas del mar y la montaña, al tiempo que luchaba por mantener la calma frente a la conciliación (los cojones). Aviso: este es un post algo caótico pero con final feliz.

Año nuevo

Como decía, hemos empezado el año de forma diferente. Mis nocheviejas siempre han sido algún tipo de fiesta con amigos: restaurantes, bares, playas, casas y hasta ahí puedo leer.

Desde que soy mami, los finales de año han sido caseros y bastante (o totalmente) sobrios, y han molado mucho también de forma diferente. Como siempre digo, esas cosas que la maternidad recorta tales como las fiestas, alcoholismo, viajes, horas de sueño, dinero y tantas otras, no significan para mí un «empeoramiento de la calidad de vida» como otras personas manifiestan. Cuando todos esos recortes vienen acompañados de ratios brutales de felicidad, yo lo veo como una mejora. El tema está en lo que uno considere «calidad de vida» en cada momento, y para mí ha significado cosas diferentes a los 20, 25 y a los 30 años, por poner un ejemplo.

Bueno, a lo que iba, que mis nocheviejas han estado siempre bien de esa forma, pero este año sentí que me apetecía cambiar y decidí irme con niña y perris a una casita que tienen mis padres en la montaña y cerca de la playa, a pasar la nochevieja nosotras solas, sin horarios, sin tele, sin serpentinas, sin campanadas, sin uvas ni ná de ná. No, no me he vuelto una hater de la nochevieja, es muy probable que nuestro próximo fin de año vuelva a ser un poco más «normal», pero esta nochevieja me apetecía eso, y eso hice. No estaba triste, ni deprimida, ni nada negativo, le pese a quien le pese, a una le puede apetecer hacer cosas con su hija y sus perras a solas estando feliz, ¿no os parece? Pues eso, que mi nochevieja ha tenido mucho amor, montaña, playa, estrellas, vistas espectaculares y maravillosidad en general.

Año nuevo de introspección

Brutal.

Conciliación (los cojones)

Casi todo en esta vida tiene su lado feo…  Yo lo que suelo hacer cuando ese lado viene a tocarme las narices es desacreditarlo, borrarlo de mi mente, de mi discurso y de mi memoria, y así salgo victoriosa la mayoría de veces, por eso veréis que suelo ser bastante optimista y positiva en general. Pero hay ocasiones en que el lado feo se pone especialmente coñazo y es imposible ignorarlo. Esta ha sido una de esas veces.

Quien me conoce sabe que siempre estoy cansada en general y estresada en el trabajo, y podría decirse que ambas cosas las he elegido y me parecen bien:

  1. Estar cansada en general es algo inevitable: soy madre soltera de una niña de 27 meses, tengo 2 perritas de 12 y 28kg respectivamente, soy trabajadora y autónoma, estoy estudiando un máster y soy de las que se apuntan a un bombardeo sin pensarlo demasiado. Es mi elección y me compensa.
  2. Estar estresada en el trabajo quizás sea evitable, pero no me interesa. Si la cosa está muy tranquila o se vuelve muy monótona en la oficina yo me agobio, yo necesito «marcha» y un poquito de estrés en el trabajo, la lucha diaria, dejarme la piel, me gusta así.

Todo eso en moderación funciona de maravilla, pero cuando se juntan sobredosis de cansancio, de estrés y de que venga alguien a tocarte las narices, ahí es cuando llega el mal rollo, porque ya no consigo ignorar lo negativo y entonces me cago en «lo bien que vivimos y conciliamos» los autónomos.

El mal rollo aparece cuando tengo que dejar a mi hija con la vecina (encantadora por cierto) porque hay una reunión de emergencia 3h después de empezar mis vacaciones. El mal rollo es también llegar en nochevieja a la casita de la montaña y verme obligada de repente a ponerle a mi hija los dibujos durante una p*** hora para poder atender a otra reunión de urgencia, porque resulta que todo son urgencias y allí no hay vecinas a las que pedirles el favor. El mal rollo es que iba a tener 7 días de vacaciones para descansar, disfrutar y hacer lo que me diera la gana y he tenido 2 días, porque eso de respetar el tiempo familiar y de ocio no va con ciertas personas. Pero claro, no puedes decir que no porque hay que ganarse el sueldo, y tragas una y otra vez, y no te puedes quejar porque a cambio tienes flexibilidad de horarios (y po**** en vinagre).

La verdad es que el mal rollo estaba hace tiempo tocando a mi puerta, yo lo veía e intentaba ignorarlo, pero en el último par de semanas se ha ido escalando la cosa y lo de este fin de año ha sido la gota que ha colmado el vaso. La buena noticia es que no han conseguido joderme la nochevieja, que ha sido maravillosa como os contaba, que «gracias» al malestar de estas últimas semanas y días me he puesto a reflexionar y a hacer introspección, y que finalmente he ganado la batalla (con retorno positivo muahahaha).

Introspección

Hacia ya un tiempo que este tema laboral de la conciliación (los cojones) andaba poniéndome algo nerviosa. Como decía antes, intenté desacreditarlo y seguir a lo mío, pero viéndoloahora en retrospectiva me doy cuenta de que había perdido el control sobre la situación bastante antes de este episodio de fin de año.

Me dolió mucho que fastidiaran el inicio de nuestra mini escapada, me enfadé, tenía ganas hasta de gritar, pero una vez terminé de trabajar y volví a mis chicas tenía dos opciones: seguir amargada y amargarlas también a ellas, o intentar relajarme y volver a pensar en ello a la vuelta. Elegí lo segundo, por supuesto, y funcionó (chúpate esa).

Cuando algo me toca la moral soy de darle muchas vueltas en mi cabeza, pero esta vez conseguí de verdad dejar de obsesionarme con ello y restarle importancia. Lo curioso es que el darme cuenta de que conseguía relativizar y disfrutar de mis chicas, a pesar de que en otra ocasión podría fácilmente habérseme jodido la escapadita, esta vez dio pie a pequeños momentos de reflexión constructiva e introspección positiva. Es decir: el no pensar me hizo pensar, pero en plan bien. Vaya párrafo me acabo de currar, ya avisé de que habría algo de caos, pero tiene sentido, lo prometo.

Muy bonito todo, sí, ¿y entonces qué?

Ser autónomx puede ser un coñazo. Echo de menos la estabilidad de un trabajo con horarios fijos en el que terminas tu jornada laboral y te olvidas, y quizás busque un cambio a medio-largo plazo, o quizás no, porque todo tiene sus pros y sus contras, así que yo lo voy pensando sin prisa. Lo que sí corre prisa es esto:

  1. Me niego a ser de esas madres que siempre están excusándose con sus hijxs por temas laborales.
  2. Me niego a amargarme en el trabajo y tener que fingir felicidad en casa, a no conseguirlo y a estar de los nervios con los que me quieren.
  3. Me niego a resignarme, a perder la fuerza y a convertirme en una profesional mediocre más.

He llegado a la conclusión de que para conseguir todo esto, lo que necesito es un cambio de actitud mío en el trabajo y que entonces (casi) todo lo demás vendrá de la mano. ¿Significa esto que todo era culpa mía y de mi actitud? No, significa que algunas veces cuando las cosas escapan de nuestro control podemos hacerles frente con nuestra actitud, y esta es una de esas veces.

Como decía, el mañana es algo que voy a ir pensando con calma, pero el hoy no espera, así que esto es lo que voy a hacer:

  1. A la gente esta que me jode la conciliación: voy a hacer algo así como una huelga a la japonesa, entregando más de lo que piden y pidiéndoles yo a ellos más de lo que sé que pueden asumir, para ver si así me dan un poco de tregua. Esto seguramente va a significar más trabajo mío por el mismo sueldo durante un breve periodo de tiempo, pero a cambio voy a poner más límites a mi espacio y tiempo personal, así que espero que el balance final sea positivo. Si la cosa va mal siempre estoy a tiempo de cambiar de estrategia.
  2. Al resto de humanos con los que trabajo: esta situación me ha hecho volver a recordar y a valorar lo buena gente que son, y aunque es verdad que hay temas por mejorar, estoy convencida de que es algo que podemos trabajar juntos. Por mi parte voy a seguir poniendo todo de mi parte cada día, y además me he propuesto incluir en nuestra rutina esto de aprender a valorar lo que tenemos y a responder a la adversidad con más actitud y menos drama. Pero con método oye, que sino se queda todo en buenas intenciones. Y todo esto sin fumarme nada, mira tú.

Y vuestro año nuevo, ¿bien también? Cambio y corto, no si antes recomendaros este otro post donde me quejaba por primera vez de la inexistencia de la conciliación familiar. Paz y amor.

Suscríbete a mi blog

Introduce tu email y recibirás las notificaciones de nuevos posts en tu bandeja de entrada.